Sin ninguna duda, el trabajo que más ha ocupado mi tiempo en este último año no ha sido ni un corto, ni un comic, ni un cuadro, ni una serie de ellos.
Ha sido este documental, CAL VIVA, CAL MORTA, A DERRADEIRA FESTA.
Ha sido también el proyecto más apasionante y más extraño en el que me he embarcado (o me han embarcado, para ser exactos), en los últimos tiempos.
La cosa empezó un sábado por la noche, en la que mi amigo Duarte Fernández, antropólogo y estudioso de los viejos oficios de Galicia, me comentó que había conocido en una ponencia en la que participó unas viejas caleiras, aún en pie, y que tanto el conocimiento de estas, como de la gente que aún conocía este oficio, todos ellos casi octogenarios, le había marcado hasta tal punto que le gustaría hacer un documental para registrar esto y que este moribundo (y espectacular) oficio no se perdiera para siempre sin más.
Le ofrecí mi colaboración para hacer algo, aunque en ese momento pensé que la cosa quedaría en un comentario de sábado por la noche, con unas copas de más, que no va a ningún puerto en cuanto sale el sol.
Pero, para mi estupor, cuando otro día, ya en el poco grato estado de sobriedad, volví a topar con Duarte, me volvió a comentar lo mismo, y me emplazó para conocer a esta gente, y sobre todo, a José Otero, que era un poco el catalizador de la que iba a ser la PRIMEIRA FESTA DA CAL, que íbamos a registrar en este documental.
Un día, pues, fuimos hasta Mondoñedo, y tuve la increíble experiencia de conocer en persona a los caleiros: Andrés, Ramón, Heriberto, Manolo, además de los aprendices (los que colaborarían en esta queima da cal con la intención de aprender el oficio): Moncho, Guti, el propio José Otero,...
La simple experiencia de conocer a esta gente y ver de cerca lo que había sido el oficio de los caleiros fué algo, de verdad, difícil de explicar.
Tanto es así que comprendí el entusiasmo casi suicida de Duarte, empeñado en registrar esta FESTA a costa del esfuerzo que fuera y de su propio bolsillo.
Enseguida me contagié del mismo entusiasmo y me metí en harina.
Se programó la preparación de la caleira para junio y julio, y la quema para mediados de agosto.
Tendríamos que grabar el proceso de llenado y colocación de piedra caliza, y al mismo tiempo, ir buscando financiación para el proyecto, aunque nuestra idea era llevarlo a buen fín la lográsemos o no.
Planificamos en primer lugar la óptica, el tratamiento, que íbamos a darle a la película.
Ambos estábamos de acuerdo en huír de ingratos folclorismos que redujeran algo tan grande como la vida de estos caleiros a una simple atracción visual o un recuerdo del pasado, teñido de un compasivo "enxebrismo". Quisimos desde el primer momento huír de voces en off y ejercicios de pedagogía innecesaria en el caso de algo tan poderosamente visual como es este oficio.
Además, estábamos convencidos de que el mejor homenaje que podíamos hacer a esta gente es mostrarlos tal y como son, dejando que hablasen por su boca, y que contasen su vida por sí mismos.
Como podrá ver cualquiera que tenga acceso a esta película, todos ellos son personajes enormemente cinematográficos, con una presencia que ya quisieran muchos actores.
Grabarlos y compartir todo esto con ellos ha sido un placer, una verdadera suerte.
Hemos aprendido mucho, muchísimo de ellos, y esperamos que este documental sirva para algo y que contribuya a que las caleiras no desaparezcan y que a FESTA DA CAL se consolide como un referente cultural de primer orden en Galicia, que permita subsistir, aunque no sea de modo productivo, estas inquietantes construcciones centenarias que son las caleiras.
Desde el punto de vista que a mí me tocó más de cerca, la fotografía, grabación y edición (pesadísima e interminable edición y posproducción), tengo que decir que las especiales circunstancias de este documental también me sirvieron para aprender, y mucho.
Teníamos decenas de horas de brutos, y cada minuto parecía imprescindible. El montaje fué una meticulosa y larguísima labor progresiva de desbroce que quemó un ordenador portátil y un disco duro por el camino, buscando sacar el zumo a todo este manjar de imágenes.
El montaje hubo de ser, por fuerza, de planos muy rápidos, casi minimalistas, puramente descriptivos, que sólo se ralentizaban en momentos puntuales, como la preciosa secuencia del amanecer, o las de los comentarios de los protagonistas.
Todo es como un gran fresco, como un COLLAGE de imágenes, aderezadas con un poquito de música tocada in situ por gaiteiros y músicos que acudieron a la FESTA.
También hay algo de música mía en los créditos y transiciones. Pensábamos contratar a un músico, pero nuestro escasísimo presupuesto reventó y no dió para más.
Y si aquí hay que poner un pero, es sin duda a las instituciones locales (concello de Mondoñedo, fundación da Mariña Central, etc), que la verdad, no nos ayudaron en nada para la producción de un documental que interesa a ellos más que a nadie.
Afortunadamente, tuvimos una modesta ayuda de la Consellería de Cultura, y una más que loable colaboración y apoyo por parte de Manolo González, de la Axencia Audiovisual Galega, que nos ayudó a lidiar en plazas que no son las nuestras.
También el tesón y empeño de Duarte, e incluso de su familia, que quería llevar esto a buen puerto contra viento y marea, a pesar de algunas dificultades inesperadas y sobrevenidas.
Pero de todo esto, si me quedo con algo, de verdad, si por algo creo que mereció con creces la pena perder tiempo, trabajo e incluso (esperemos que sólo de momento) dinero, es por la experiencia compartida con los CALEIROS.
Quien tenga ocasión de ver este documental comprenderá porqué.
Va por ustedes, maestros . .
Aunque esto no es más que una pequeña muestra del trabajo final,(un mediometraje de 50 minutos), y no está editado de la misma manera, aquí podeis ver el trailer